En primer lugar, es un poco difícil de encontrar -este precioso warung está en un lugar apartado, en una callejuela lateral- y, desde luego, no ayuda que la señal esté un poco escondida. Pero este consejo de un lugareño ("yo siempre como allí") merece la pena. Maravilloso ambiente con comida increíblemente sabrosa. Imprescindible: los rollitos de primavera.

Cuando estuvimos allí, todas las canciones eran de estilo reggae. Se puede bailar, beber, jugar al billar, beber y comer (bastante caro), pero sobre todo, disfrutar de la música y bailar, bailar 💃🏼

En este pequeño pueblo, podrá maravillarse con las cantidades de algas que se secan y luego se procesan; los lugareños son muy amables y, si lo pide amablemente, incluso puede ayudarles y probarlas.

Con un poco de suerte, se puede ver un partido de fútbol amateur balinés en la escuela cercana con un comentarista - absolutamente digno de ver.